La economía, tras cumplir un año de pandemia.

 

 

Después de pasado un año conviviendo con una de las pruebas más difíciles para el mundo en los últimos tiempos, como lo es la emergencia sanitaria declarada por el coronavirus SARS-COV-2; desde los dos primeros meses del año 2020, el gobierno nacional y los grupos empresariales acordaron en su momento los lineamientos para la sostenibilidad de la economía en nuestro país, de acuerdo a la normalidad que se venía presentando.

Es realmente preocupante, la información que se tiene para este primer trimestre del año 2021, como respuesta a la crisis económica por la que está pasando la Nación; indicando, el trabajo mancomunado para el año inmediatamente anterior por estos sectores; donde fundamentalmente se priorizaron unos temas relevantes para el funcionamiento del sistema de producción, distribución, comercio y consumo de bienes y servicios; que debida cuenta  a la aparición del Covid-19 tuvo un cambio significativo, en fin; viéndonos sorprendidos y así el país afectado financieramente.

Lo que si no tiene discusión es que, una de las grandes falencias es la participación del capital humano comprometido en el desarrollo de un país; dónde lastimosamente a la fecha tenemos una cifra negativa de 60.412 vidas perdidas, observando un panorama de desolación y muerte que, aunque existe una ventana con la puesta en marcha del plan de  inmunización, el cual aun así, no permite obtener resultados positivos; más bien, cada día sigue ascendiendo el número de víctimas mortales; situación profundamente desconcertante, ya que esta es la clave para tener la posibilidad de encontrarnos con esa fuerza laboral entregada por cada uno de los connacionales, trabajando por y para Colombia unidos por el mismo objetivo.

Absurda controversia que nunca entenderemos; donde se hace incalculable matemáticamente el descenso difícil de la economía; pero, paradójicamente no se valoran las vidas perdidas entregadas en la lucha con este incomprendido virus, lo cual parece continuar sin solución; simplemente, avizorándonos día a día un incierto al futuro. En esta encrucijada y en consecuencia con su complejidad; es de anotar que, el año inmediatamente anterior finalizó con un declive negativo a lo que respecta nuestra economía, de menos 7.1 por ciento; dejándolo en el país como un nefasto antecedente, donde preliminarmente en su inicio se proyectó un número positivo superior a los 5 puntos porcentuales que determinaban el éxito de esa anualidad.

No de otra manera se explica; las positivas cifras que el gobierno nacional precisó para el último curso, de acuerdo a la intervención, enmarcada en la agenda estructural en materia económica; donde se enseñó,  el avance creciente del año 2019, validándolo como propuesta de inversión e innovación de la presentación del plan maestro de infraestructura; haciendo referencia este, al trabajo en equipo entre las carteras de transporte y vivienda, ministerios que aplican el apoyo interinstitucional encabezado por la presidencia de la República; cuyo fin es igualmente, la reordenación y dinamismo para la estabilidad del empleo y visibilidad en estos sectores de impulso especial para nuestra economía.

Es decir, es tanta la confianza que perdimos que, para la década pasada contábamos con el incremento en la inversión extranjera directa, donde los asiáticos notaban como importante las negociaciones con nuestra Nación. Como también y a pesar de todo, se incursiono en la ampliación del mercado energético en búsqueda de sumar espacios en la banca del mercado de capital; y así, restablecer sin mayor problema su generación. Incluso ante tal condición, se cerraron totalmente los asuntos concernientes al comercio internacional, anulando de fondo los ingresos de una sola vez, sin contar; él sinnúmero de negociaciones fracasadas como consecuencia de los acontecimientos que estamos viviendo.

En este ambiente tan espeso, el Estado tiene un nuevo reto que está enfrentando por medio de programas como la economía naranja, con el fin de lograr la reactivación económica colombiana, superando cualquier imprecisión. En conclusión, el confinamiento decretado desde el pasado marzo del 2020, exige al gobierno de turno realizar muchas reformas que conduzcan a dar solución a las necesidades presentadas en todos los sectores; fundando un posicionamiento comercial para nuestro país ante el mundo. En espera, de contextualizar la situación social que incorpora al individuo en sus comportamientos.

Gustavo Adolfo Bello Estrada

Abogado, Especialista en Derecho Constitucional y adminsitrativo,  Magíster en Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario,  Doctor Honoris Causa en Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario. Docente Universitario Asesor Técnico Jurídico & Auditor Interno.Dicente Programa Profesional Virtual en Negocios Internacionales.

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